
Saludos amigos no pude postear antes porque estaba a full con mis exámenes de fin de ciclo si, aunque muchos no lo crean llegaron y bueno ya terminaron acabo la desesperación y viendo el final de las notas todo salió muy bien.
Debo hacer mención especial que me ha ido muy bien y en la medida de lo posible hubo muchos momentos de tensión de bajos ánimos hasta de desesperación por la alta presión que estudiar y trabajar implica además de los muchos trabajos grupales y el conocer gente nueva el adaptarme a eso ,pero todo salió como lo había esperado y el premio al esfuerzo a tantas horas de asistencia, y con el mayor gusto posible, fue practicas por una recomendación de mi primer Maestro el chef instructor Palmiro Ocampo en el Restaurante Tapas Bar “LA CUCHARITA” lugar que dirige el Chef Nazario Cano, Ese para mi es el gran premio de este ciclo.
Aquí un breve reseña del Chef Nazario Cano y en breve relatare como me fue en mi primera semana..
Nazario Cano (Alicante,1973) nació en el mismo casco antiguo de la ciudad. A los nueve años comenzó a trabajar en el restaurante La Goleta y pasó cuatro años rodeado de paellas, arroz con salmonetes y otros platos tradicionales. "La escuela me aburría, mi padre era cocinero y yo veía que él no se aburría, por lo que decidí hacerme cocinero, para no aburrirme".
A los trece años se fue a El Delfín y conoció otro mundo, el de la nueva cocina francesa, así que, con semejante carrera, a los dieciséis ya estaba en el restaurante el Bodegón, de San Sebastián. Y se puede decir que no ha parado desde entonces, la lista de grandes restaurantes por los que ha pasado no se termina.
Por poner algunas muestras, al salir de la mili se va con Ramón Rotela a Fuenterravía, de allí a Barcelona, al Michel, con dos estrellas Michelín, "era lo que más pitaba en aquéllos momentos y aprendí la pastelería". Pero lo llaman del Amparo, como ayudante de cocina, trabaja con Carmen Guasch, pero Madrid le agobiaba y se vuelve a Alicante, pasa por varios restaurantes, era el año 93, tenía veinte y se le quedaba pequeña la ciudad. No se lo piensa y va a Biarritz con Martín Berasategui, le llaman, al poco, de Arzak y pasa una temporada conociendo la cocina vasca. Después de otras idas y venidas llega al Bulli donde pasó una temporada pero, "me horrorizaba el hidrógeno y muchas de las tonterías -dice literalmente- que ví allí". Da un salto y se planta, con Manuel de la Oca, en el restaurante Las Rejas, de Las Pedroñeras, "aquí me enamoré de esta cocina y me pasé tres años", algo raro en él.
Después de este periplo, hace un año, decide regresar a Alicante, su amigo Capi le propone abrir un Gastrobar en el pub Desdén, de la calle Labradores. Aquí, afirma, se dedica a la "alta gastronomía" pero con una buena relación calidad-precio, "los manteles de hilo y la cristalería de bohemia han pasado de moda", dice, por lo que hay que inventar cosas nuevas.
Entre sus propuestas figura presentar los platos en contenedores diferentes, como latas usadas de paté o de conservas, "la gente quiere disfrutar con la boca y evadirse de todos los conceptos. Hace unos años el cliente se gastaba cien euros en comer, por eso han cerrado tantos restaurantes, ahora toca dar un servicio económico".
Su batalla la ha iniciado por las tapas, para dar alegría al ojo y al olfato, asegura que un buen pan y un buen jamón nunca pasarán de moda pero hay que ser creativos hasta con el tomate. "El montadito es muy aburrido, o estás con una persona que sepa hablar o el montadito te come a ti", en un alarde crítico afirma que hay bares de tapas que parecen tanatorios, las bandejas están muertas.
Sus platos favoritos son la tortilla de patatas y las croquetas de jamón, de estás se llegó a comer un día treinta y tres, de las que hacía su padre "me sentaron fatal", dice llevando la mano al estómago. Sobre la tortilla la prefiere un poco melosa, con unas patatas que no tengan mucha agua y huevos de corral, todo muy pochado.
Su afán es recuperar el mundo de la tapa, "antes tapeábamos cuando teníamos prisa por comer y no nos fijábamos apenas en lo que comíamos". Ahora hay que recuperar cosas y rectificar en la tapa, afirma, "y el nivel puede ser alto".
Así que ahora se siente a gusto en Alicante, inventando cosas, siempre con una buena relación entre la calidad y el precio. No quiere publicidad que no sea el boca a boca, algunos de sus antiguos clientes ya repiten en su nuevo proyecto, "las mandíbulas se oxidan y se aburren por lo que hay que aportar cosas nuevas y hacerlo con mucha humildad".
Dice que el futuro lo ve con optimismo porque trabaja en el campo de la creatividad y el sabor, ahí, asegura, hay que jugar porque "la nueva cocina no tiene que ser cara". De momento se siente contento en su nuevo emplazamiento, en el barrio, al que dice que "le falta vida por la mañana y le sobra por la noche".
Quienes conocen a Nazario, como clientes y amigos, ya lo están apoyando porque este joven, y experto, cocinero destila sinceridad y honradez y, por si fuera poco, trata muy bien al paladar.